El más pequeño del clan que dio origen a la inolvidable banda The Bee Gees, Andrew «Andy» Gibb (Mánchester 05.03.1958 – Oxford 10.03.1988), fue un solista británico e ídolo juvenil indiscutido de la década de los 70.
Durante su infancia su familia se mudaría a Australia, donde inició su corta pero rutilante carrera musical. Allí mejoró su vocación de cantante y escritor de canciones y en 1975 Andrew empezó a grabar una serie de sus propias composiciones, una de las cuales Words and Music, llegaría eventualmente al Top 5 de la lista musical de Sydney en 1976.
Instalado en los Estados Unidos, Andy Gibb se convirtió en el primer solista en tener tres sencillos números uno consecutivos en el Billboard Hot 100. Estos fueron: I Just Want to Be Your Everything; (Love Is) Thicker Than Water y Shadow Dancing.
Antes de dejar Australia en 1977, Andy Gibb se había casado con su novia Kim Reeder con la que tuvo una hija llamada Peta Jaye, nacida el 25 de enero de 1978, pero la pareja ya estaba separada para ese entonces y se divorciaron después de un año.
En lo sentimental la actriz Victoria Principal fue el amor de su vida. Sin embargo, la “Pamela Barnes” de la serie televisiva ‘Dallas’ fue rechazada por los demás hermanos Gibb, al punto que Barry siempre le hizo esta grave acusación: «Victoria fue la culpable de la muerte de nuestro hermano». Otro de los hermanos fue más lejos al indicar que fue Principal quien lo introdujo en el mundo de la adicción a las drogas.
Andy conoció a Victoria el 6 de enero de 1981, en el show de John Davidson. Su amor juvenil, la rubia Kim, con la que había tenido una hija, ya lo había abandonado. Aunque salía con la actriz británica Susan George, Andy quedó prendado con Victoria aunque ella le llevaba ocho años.
El benjamín de los Gibb era ya para ese entonces un triunfador. En tres años había disfrutado de cinco temas en la cabecera de las listas de venta de todo el mundo y se había convertido en el príncipe de los ídolos del pop. Su fortuna se calculaba en 10 millones de dólares y sólo tenía 22 años.
Y tras un amor marcado por la drogodependencia que lo llevó a la cuasi aniquilación personal y al descalabro artístico, llegó el final de la relación de la pareja. En marzo de 1982, Victoria le dijo a Andy que no podía soportarlo y que no lo quería ver más.
El cantante bajó a los infiernos de la narcoadicción, y cuando estuvo a punto de morir, su madre Bárbara intervino para salvarlo. Con el dinero de su hermano Barry y la atención de su madre, Andy ingresó en el centro de rehabilitación Betty Ford en la primavera de 1985. Casi se pasó dos años entrando y saliendo del centro. Al parecer la segunda rehabilitación hizo efecto y detuvo la hemorragia de los mil dólares al día que gastaba Andy en drogas. Dos años antes de morir, sólo guardaba 7.755 dólares en su cuenta. La misma cuenta que había anotado su primer millón de dólares con tan sólo 21 años.
Rescatado de su propio inframundo, Andy empezó a tomar lecciones de piloto de avión. Una especie de locura para su hermano Robin, que le tenía más o menos controlado en su casa de Miami. Pero Andy logró el título en 1987 ante el asombro general.
Sin embargo, todo sería en vano. Andy volvería a las andadas, y cuatro días después de su cumpleaños número 30, el 9 de marzo de 1988, el menor de los Gibb se retorcía de dolores en el pecho.
Desesperada, su madre lo internó de urgencia en el John Radclife Hospital, de Oxford. Y tras realizársele una serie de análisis clínicos, el artista moría a una pericarditis provocada por una infección viral que, dada la precaria fortaleza del corazón de Andy, fue definitiva.